Afectaciones y proyecciones económicas en algunos países del Medio Oriente y el Norte de África post pandemia del COVID19

Por Bryan Acuña Obando (Analista Internacional)

El economista libanés, Jihad Azour quien es el director del FMI para Oriente Medio y Asia Central mencionó para la cadena CNBC que hay altas vulnerabilidades en ciertos países, particularmente los que poseen altos niveles de desempleo y bajo crecimiento económico.

También Azour señaló la posibilidad que se dieran disturbios entre las poblaciones por situaciones duales entre la pandemia y el desplome de precios del petróleo.

Mencionar algunos casos puntuales como Líbano que es uno de los más delicados en el que se proyecta que su economía se contraiga hasta en -12.7% de su PIB, así como una proyección de desplome mucho mayor en el 2021 de hasta -14.1% según lo analizaron los expertos de Nordea Trade en Finlandia.

Sumado a lo anterior, la lira libanesa se ha depreciado cerca del 50% con respecto al dólar estadounidense y un bajísimo costo con respecto a otras monedas como el Euro y el Yuan. Por su parte el sistema bancario libanés impuso controles informales de capital que han impidido transferencias y restringe el retiro de efectivo en dólares, esto genera desconfianza en la banca libanesa.

El Líbano además tiene una diáspora grande en diversos lugares del mundo, quienes envían remesas al país y mantienen cierta movilidad económica. Ejemplo de esto hay que mencionar que, hasta el mes de julio del año 2019, las remesas totales para el año habían superado el máximo de las últimas dos décadas de US$3.5 mil millones hasta US$5.3 mil millones a finales del mes de setiembre, pero debido a la paralización de la región se espera una contracción en la cantidad de dinero que ingresará al país por medio de esta vía.

Otro país de la región importante de señalar económicamente durante esta pandemia es la República de Egipto. Según International Food Policy Research Institute (IFPRI) hay probabilidades que la pandemia tenga un costo económico significativo para este país. Cada mes que se mantengan activas las medidas para contrarrestar los efectos del COVID19, el IFPRI para Egipto sugiere que el PIB nacional podría caer entre 0.7% y 0.8% (£36 – 41 mil millones de libras egipcias equivalentes entre US$2.3- US$2.6 mil millones). Es probable que los ingresos de los hogares disminuyan siendo mayormente impactadas las poblaciones pobres.

Los ingresos familiares caerían entre £153 (US$ 9.70) y hasta £180 (US$ 11.40) en el escenario más grave, entre más tiempo se extienda la crisis se podría ver una disminución mensual de los hogares entre el 9% y el 10%, según la estimación de la IFPRI. El desplome del mercado turístico es quizás uno de los que más afectaciones generan a la economía egipcia.

También los ingresos producto de las remesas se verán afectados con al menos una caída entre el 10% y el 15% debido de la inactividad económica que sufre el mundo en general, y directamente asociado a la disminución en la demanda de ciudadanos egipcios para laborar en los mercados petroleros del Golfo donde anteriormente han tenido tanta demanda. A esto mencionado se debe considerar además el impacto de la disminución de los precios internacionales del petróleo después del acuerdo de recorte productiva firmado en el mes de abril 2020.

En este punto el FMI, espera que las exportaciones de petróleo disminuyan en más de US$250 mil millones en toda la región, donde ya el producto ha tenido una caída del 50% durante este 2020, el organismo espera que la economía de los Emiratos Árabes Unidos se contraiga en al menos 3,5%, mientras que Arabia Saudita disminuya un 2,3%.

El FMI también espera que los sectores no petroleros disminuyan en al menos 4% en 2020, viendo la necesidad que tienen en estos momentos de diversificar sus economías más allá de la dependencia estratégica que han tenido a lo largo de sus historias. Aun así, ambos países tienen reservas fuertes para poder absorber el impacto que producirá la recesión económica producida por la pandemia y los embates a la disminución de los ingresos por el COVID19.

Ampliando la perspectiva sobre estas economías petroleras, el crecimiento económico de Arabia Saudita se pronostica para el 2020 posterior a la disminución de la pandemia del 2.3%, con una contracción del PIB no petrolero en un 4% por ciento según detalló el 14 de abril anterior Gulf News.

Según la sociedad de inversiones saudita Jadwa Investment se espera que el déficit presupuestario de Arabia Saudita se amplíe a س.ر,229 mil millones (riyales sauditas), equivalentes a US$61 mil millones, que es casi el 8% por ciento del PIB, a raíz del brote de COVID y su impacto en la demanda mundial de petróleo. También sugiere que el déficit fiscal del país crecerá de los س.ر187 mil millones (6.4% del PIB), todo esto señalado en el sitio Arabian Business.

Según los datos recopilados por el medio Gulf News, se reporta que los Emiratos Árabes Unidos, proyecta una caída del crecimiento en el PIB real hasta los -3.5% durante este 2020 en comparación con el 1.3% por ciento registrado durante el 2019. A pesar de ese turbio panorama, se proyecta un crecimiento de 3.3% durante el año 2021 que ayude a mitigar la recesión ocasionada por el COVID19 en la economía regional, así como el impacto del sector productivo petrolero que golpea a todos los países exportadores.

En el caso iraní la pandemia ha debilitado aún más al Estado persa, las proyecciones económicas para este país son realmente dramáticas, se proyecta un desplome del PIB entre el 25% y hasta el 30% efecto del COVID19, duplicando el impacto neto de las sanciones durante el período de tiempo 2018-2020.

El efecto más determinante en materia de política exterior que puede tener esta contracción económica de la República Islámica podría estar determinada por una actividad menos beligerante en otras zonas de la región según mencionaría RAND Corporation; organización experta en políticas públicas con sede en los Estados Unidos. Algunos de estos territorios con una disminución en las actividades iraníes se pueden citar por ejemplo los casos de Irak, Siria, Yemen, Líbano y sus relaciones con grupos palestinos.

En cuanto al Estado de Israel este se ha visto significativamente afectado por la propagación mundial de COVID19. El gobierno ha implementado una serie de medidas para contener y mitigar la propagación del virus y para apoyar a las personas, empleos y negocios.

El país se encuentra metido de lleno como otros Estados en la búsqueda de innovaciones médicas que ayude a encontrar métodos de lucha contra el virus, recibiendo del gobierno al menos ₪22 millones en subvenciones para las empresas que están involucradas en esta labor, así como han recibido millones de dólares en donaciones privadas para las labores de combate contra los embates de la pandemia.

Mientras en los parámetros económicos, los israelíes implementaron procesos políticos claves a desde el 7 de abril de con un paquete tributario de emergencia que el parlamento aprobó   de   ₪80   mil   millones   de   nuevos   shekels (US$22   millones), siendo esto aproximadamente el 6.1% del PIB, incluyendo ₪11 mil millones para gastos de salud (poco más de US$3 millones).

Las proyecciones según The Economist es que el PIB real se contraerá un 2,3% en 2020 a medida que las interrupciones relacionadas con el coronavirus golpeen a Israel, ya la recuperación se espera sea lenta entre el período comprendido entre los años 2021 hasta el 2024.

Por su parte la Autoridad Nacional Palestina en el momento de la pandemia, impuso restricciones importantes a las reuniones públicas y el movimiento civil, incluido el cierre de escuelas públicas y universidades y la cancelación de servicios congregacionales en iglesias y mezquitas. Además, cualquier persona que ingrese al país a través del paso de Allenby se le obligó a realizar una cuarentena de 14 días.

Respecto al tema económico, se esperaba que el PIB en Palestina alcanzara los US$16 mil millones de dólares para fines de 2020, de acuerdo con los modelos macro globales de Trading Economics y las expectativas de los analistas. A largo plazo, se proyectaba también que el PIB de Palestina tenga una tendencia de alrededor de US$16.70 mil millones de dólares en 2021 y US$17.00 mil millones de dólares en 2022, según los datos recopilados por los mismos analistas.

Sin embargo, la dependencia económica; principalmente de los palestinos en la Margen Occidental que trabajan con israelíes, deprimiría estos datos y generaría una tendencia hacia la baja. Los palestinos que migran hacia Israel a trabajar inyectan aproximadamente US$330 millones al mes en la economía palestina, entre el 15% y el 20% de los palestinos laboran en Israel o en los territorios disputados, principalmente en las áreas de construcción, ganando un salario de ₪227 (cerca a los US$65) que dobla el que recibirían si se quedaran trabajando en la Margen Occidental donde se encuentra el 30% de la fuerza laboral de los territorios palestinos.

Según la oficina de información del gobierno palestino (WAFA) a través del Primer Ministro Mohammad Shtayyeh, se estableció un fondo inicial de US$300 millones como parte de un plan de recuperación económica para las micro, pequeñas y medianas empresas que son las más afectadas por la crisis del coronavirus con el apoyo de fondos árabes e islámicos, plantean.

El Primer Ministro plantea que, pese a la recesión de este 2020, tienen la convicción que en 12 meses puedan recuperarse económicamente, además que han logrado un presupuesto de emergencia que les ayudará a palear el déficit de US$1.4 mil millones, así como un acercamiento con las autoridades israelíes para facilitar la transferencia de impuestos cobrados y otros recursos que ayude a mitigar el impacto económico de la pandemia.

Shtayyeh señaló que el gobierno ofrecería ayuda financiera urgente a unos 30.000 trabajadores palestinos que perdieron sus empleos después del brote de coronavirus, además de ₪137 millones (US$38,360.000) en pagos de subsidios sociales a 116.000 familias adicionales, incluidas 81.000 familias en la Franja de Gaza.

Finalmente es importante mencionar que la mayoría de las economías globales tendrán una contracción por el impacto de la pandemia que va desde el -5.2% de Japón hasta el -9.1% de Italia. Países potencias occidentales como Estados Unidos (-5.9%), Reino Unido (-6.5%), Alemania (-7.0%) y Francia (-7.2%) proyectan una contracción económica importante.

Pese a ese sombrío panorama, The World Economic Outloook (WEO) prevé que algunas economías de Asia emergente serán las únicas con una tasa de crecimiento positiva superior al 1% durante este 2020, aunque por debajo de los 5 puntos porcentuales de su promedio en la década anterior. China crecería al 1.2%, mientras que países como India (1.9%) e Indonesia (0.5%) están entre las economías con números positivos, no así Tailandia que tendrá una contracción de -6.7%.

Conclusiones generales:

La afectación en la economía global producto del COVID19 y el descalabro de los precios del petróleo se hacen evidentes, el mundo no queda sin repercusiones producto de esta circunstancia, sin embargo, todas las proyecciones que se hagan antes de levantar las medidas sanitarias contra la pandemia podrían ser consideradas “especulativas”.

No se están considerando otros factores que podrían inclinar aún más la balanza de la situación económica global además de la pandemia y el efecto de los hidrocarburos. Por ejemplo, la cada vez más pronunciada guerra comercial entre los Estados Unidos y la República Popular de China.

Tampoco se están considerando las medidas adoptadas por los Estados para recopilar información de sus ciudadanos a través de la Big Data que podría eventualmente considerarse un peligro a los esquemas democráticos y una excusa para ejercer medidas totalitarias bajo el supuesto de la protección ciudadana.

En todo este detalle solo se consideraron aspectos económicos y proyecciones basados en las últimas circunstancias abordadas por los gobiernos para intentar mitigar la contracción económica que se ha venido devengando.

Referencias

Syria and the extinction of Sykes – Picot agreement

The Sykes – Picot Agreement of 1916, shaped the Middle East as we have known it so far. The colonial partition between Great Britain and France, with the initial participation of the Russian Empire who finally fell out of the equation when the Tsarist regime fell under the Bolshevik revolution.

The split would ultimately overthrow the Arab nationalist ideals that involved such groups’ support against the Ottomans during the First World War, as the pledge of support included, giving them territories in the Middle East (with ambiguity as to the Jerusalem’s Sanjak and Regions of Historical Palestine) as well as in the Arabian Peninsula (excluding Aden). This led, during the Franco – British administration, instead of a great nation, to the revolts, to grant independence to territories by manufacturing new national identities based on regions with artificial borders, thus the Syrian, Iraqi, Lebanese, Transjordan, among others, came up as an identity fabrication among the groups that inhabited those areas.

A fundamental problem with these arbitrary divisions, established by colonial interests themselves, was the heterogeneous demographic composition of the regions, which involved tribes and villages with deep religious differences, ruled by minority, dictatorial leaders, protected by a strong military arm.

A Sunni-ruled Shiite majority or vice versa is not a minor element inside the conflict. For example, during Saddam Hussein’s 1991 term, Shiite groups revolted against him. Another example was the Assad government since the 1970s in Syria, which, while guaranteeing the freedoms of social groups in their country without distinction of religion, is known to be an Alawite government, empowered in a Territory of Sunni majority, that has generated distrust and hard hand by the rulers of turn, like the repression to the «Muslim Brothers» (Sunnis) in 1982.

It is necessary to differentiate between the interests of the groups that are involved. The world powers’ reasons for keeping watch over that region is due to the idea of controlling the pivot zones in the Middle East. Hence the alliances existing since the post-colonial period, during the bipolar world and nowadays a world with three main axes of power; United States, Russia and China. The last one with greater positioning in its natural region: Asia and opening a gap in African regions little explored by hegemonic powers in the last century, while the other two focused on the Euro-Asian regions of world control.

Besides, there is an ideological conflict between regional powers, accentuated by the 1979 Islamic Revolution in Iran, and where the old quarrels between Shiites and Sunnis were reactivated, mainly against Saudi Arabia.

The third important element that plays in the regional conflict, are the strategic resources. For the hegemonic countries, they represent a goal for industry and the economy, for the regional powers, a tool to buy the will among powerful countries. In addition, for some power groups, the business of strategic resources enables them to continue to sponsor guerrilla wars as far as possible from their borders in «neutral» regions such as Syria, Iraq and Yemen.

The focus should not be solely on strategic resources. Analysis from a materialist perspective leaves aside an important number of elements that also play an essential role in the region, both geostrategic control, ideological differences and competition for strategic resources are all equally essential for understanding the deep roots of conflict.

Syria today, denotes the breakdown of the artificial order imposed in 1916. A country that has also been a focus of attention from the involvement of hegemonic powers and where, the current chaos could generate the creation of at least three independent regions fighting for their Own independence. It is possible, therefore, that an independent Kurdish state emerge in Syria in the Northeast; With significant oil fields, a Shia – Alawite region also leading other non – Islamic religious minorities in the country ‘s western regions and a Sunni region with access to the Mediterranean Sea. Although, the latter would be defined as bloody clashes of Sunni, Islamist and Pro Assad factions.

This is only the analysis of the Syrian conflict and possible future scenarios. The case of Iraq is similar, the importance of its rupture and the involvement of hegemonic power groups, both regional and global indicate the inscrutable possibility of a new geographic rearrangement of these states, as well as a power struggle to gain control of Important areas.

Once again, ethnic – religious and strategic realities (by resources and territories) will set the tone for the new definition of border boundaries and powers that arise in Iraq. The hand of hegemonic leaders, mainly the United States and Russia, will mark the way for a new version of the agreement in 1916, perhaps more in line with the reality «in situ», which will mean a population purge that could lead to further spills of blood in the area.

 

La guerra mediática iraní

En la denominada “guerra irregular”, uno de los factores determinantes es el uso de la percepción versus la realidad, su objetivo más inmediato se enfoca en desgastar la opinión pública generalizada sobre un opositor político o en este caso, militar.

La República Islámica de Irán, así como otros grupos de medios de información en la región del Medio Oriente, utiliza la manipulación mediática trasladando al opositor características negativas de actos que ellos mismos realizan, pero que por medio de la propaganda “potabilizan” para que sea aceptado como una acción correcta. Por ejemplo, el régimen iraní acusa a los israelíes de “controlar los medios de comunicación” mundiales, mientras que ellos a través de sus redes interconectadas propagan conceptos que en ocasiones extrapolan noticias de contenido “veraz” con propaganda discriminatoria, bulos y libelos.

La República Islámica de Irán cuenta con varias plataformas de propaganda en medios tanto formales como redes sociales, que pueden ser del régimen como es el caso de la cadena en español HispanTV, o que se une a una red de medios que replican el material que el gobierno iraní quiere propagar, como lo hace ANNUR TV (Argentina), Al Mayadeen (Líbano), TeleSur (Venezuela), entre otras, todas estas con su versión en español. El principio con el que venden la información estos medios es que se trata de una “verdad que los medios sionistas no quieren transmitir”, entonces de entrada la noción es falaz para no decir abiertamente que son redes de propaganda favorables a las posiciones de Irán y sus aliados.

Se puede mencionar un par de ejemplos de la propaganda divulgada podría ser que los israelíes son los principales promotores del tráfico de órganos a nivel internacional, o que es un régimen “mata niños” como dijo un alto funcionario del gobierno de Teherán, en ambos casos utilizando el lenguaje para señalar a los israelíes como personajes “malvados”.

Este comportamiento parece sacado de un manual del propagandista nazi Joseph Goebbels sobre la manipulación mediática, en particular dos principios; el de orquestación que señala el objetivo de limitar las ideas y hacerles eco hasta que se graben cual mantra entre la opinión pública y el principio de transposición donde se carga sobre el adversario todos los aspectos negativos que sobre sí mismo puedan estar pesando ante la percepción de la población. La noción de estos principios busca socavar la legitimidad del oponente con el fin de desgastarlo o de minar su imagen delante de otros actores del Sistema Internacional.

A lo anterior se suma la manipulación en la percepción de un “ganador” o “perdedor” durante un conflicto armado. No es de extrañar entonces que los estrategas y analistas con una posición más favorable a la República Islámica de Irán coincidan en ocasiones con ideas tales como que la guerra del 2006 entre Hezbolá e Israel en el Sur del Líbano fue un golpe de autoridad por parte del grupo paramilitar chiita; pese a que las bajas más significativas las tuvieron en las filas de la agrupación libanesa y los civiles de ese país. O por ejemplo, que se considere que las guerras de Israel contra el Hamas en Gaza han sido victorias del grupo palestino por cuanto al final los israelíes se han tenido que replegar, principalmente por presiones internacionales y temas humanitarios.

Un último ejemplo, después que Israel derribó un dron iraní que entró en su espacio aéreo, lanzó un ataque contra varios sistemas de defensa y blancos iraníes ubicados en Siria, mientras un F16 israelí fue impactado por misiles del sistema de defensa S-200 (fabricación soviética remozado), lo cual se catalogó como una victoria, de igual forma dentro del principio de transposición de Goebbels y sumado un aspecto más, el principio de renovación donde la cantidad de información que se despide sobre un tema corre a un ritmo tan acelerado que no permite que haya capacidad de respuesta que pueda contrarrestar lo primero que se transmitió, porque para ese momento habrá aparecido un “nuevo elemento” que actualice el anterior.

Como fue mencionado al comienzo del artículo, la percepción versus la realidad hace que esto ocurra sin mucho cuestionamiento. En el peor de los panoramas, cuando un golpe es recibido, es sencillo desviar la atención vulgarizando la propaganda, o utilizando aspectos que permita idealizar el impacto, entonces por ejemplo, en este tipo de conflictos cuando hay víctimas en las propias filas se convierten en mártires, cuando se logran víctimas en el bando contrario o capturas se transforman en trofeos de guerra y se exhiben como el logro que son, algo que se ha visto en los ejemplos mencionados anteriormente.

Regresando a la idea de Irán, todo este tipo de desviaciones ideológicas vienen a intentar desviar la atención de un aspecto importante, los iraníes están intentando ampliar su radio de influencia en el Medio Oriente a través del patrocinio y arme de agrupaciones paramilitares, como el Hezbolá en el Líbano o las guerrillas hutíes en el Yemen, de este modo lograrían colocarse en una posición estratégica desde donde pueden controlar regiones importantes cercanas al Mar Mediterráneo y el Mar Rojo a través del estrecho Bab al Mandeb.

Además que la posición estratégica le permite trasladar cualquier conflicto armado contra opositores directos; Arabia Saudita e Israel, hacia territorios lejanos al propio donde exponga solamente infraestructura de un tercero y milicianos directamente usados como carne de cañón, no se vislumbra en un corto período que haya una movilización militar manifiesta de fuerzas iraníes hacia territorios hostiles, lo cual sería además una torpeza estratégica, por lo que las guerras de desgaste resultan más “efectivas”.

Por lo anterior es que en varias ocasiones se han manifestado críticas por parte del mundo árabe – musulmán a lo que ellos denominan la “intromisión iraní” en asuntos de otros Estados a través del financiamiento de guerrillas o el envío de miembros de los Guardianes de la Revolución, como ocurre por ejemplo en Yemen o como también se sabe en manifiesto la influencia iraní fuerte en territorio libanés a través de Hezbolá que funge hoy como agrupación política dentro del parlamento de ese país.

Al mismo tiempo, Irán sufre de problemas internos ante los cada vez más constantes choques contra grupos de personas que procuran ideas reformadoras, quienes luchan por mayores libertades para esta generación que no ha conocido otro régimen que el representado por los clérigos chiitas, y también incentivados por la generación más vieja que pudieron ver ambos mundos, el de un país más abierto y pluralista, a uno obsesionado por el control de la religión en las vidas de los ciudadanos.

Mientras más constantes y fuertes sean los sonidos de guerra en la región por parte de Irán contra Israel o Arabia Saudita, más luces de alerta se encienden en las grandes potencias globales; principalmente Rusia y Estados Unidos que buscan evitar que los niveles de beligerancia escalen de nivel. No están interesados en un conflicto que les pueda poner en riesgo sus posiciones estratégicas logradas en los últimos años en la región. Por el otro lado, la República Islámica de Irán amenazó con celebrar 40 años de la Revolución de 1979 destruyendo a Israel, lo que podría eventualmente convertirse en la firma a su propia sentencia y ocasionar que en caso de cualquier agresión militar se ponga fin a este régimen y sea impuesto otro que pueda ser igual de útil en las agendas de las potencias sin necesidad de echar mano a discursos beligerantes o agresivos directamente, con total complicidad de otros Estados árabes que ven en Irán su más inmediato dolor de cabeza, muy lejos del paradigma del conflicto árabe – israelí del siglo pasado.

Fuente: El Mundo CR

El ocaso de Abu Mazen

La llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos hace poco más de un año fue una verdadera sorpresa para el mundo. Algunos fatalistas lo han visto como una señal del cumplimiento del Apocalipsis, los menos pesimistas vieron la llegada de un empresario con ideas populistas. Pero lo cierto del caso es que la polémica acompaña las acciones del Presidente estadounidense ante la opinión pública, en los foros internacionales y ni se diga los terremotos que ha ocasionado en Medio Oriente al hacer bruscos cambios en los paradigmas que se conservaban hasta este momento, lo que generó fuertes réplicas en los cimientos actuales del conflicto entre israelíes y palestinos.

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas (Abu Mazen), ha visto cómo la presión de una de las principales potencias mundiales se posa sobre sus hombros. Desesperado, ha buscado apoyo en sus hermanos vecinos que, si bien en público muestran todas las características de querer apoyar la causa palestina, por el otro lado es evidente que tienen sus propias agendas coordinadas directamente con los intereses de Estados Unidos, pensando en la dura competencia que tienen a nivel regional.

Es importante señalar algunas acciones que ha tomado el presidente Trump que afectan la situación actual del Medio Oriente, que le ha ocasionado fuertes dolores de cabeza a Mazen y además afectará el funcionamiento de algunos organismos internacionales, ya sea que estén asociados directa o indirectamente en la temática del conflicto palestino-israelí.

Se puede comenzar con los reclamos del Gobierno norteamericano a través de Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante la ONU, por lo que considera un sesgo anti-israelí en el marco del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, lo que llevó a que en junio de 2017 solicitara que se detuvieran estas acciones dirigidas a un único Estado, considerando que en muchos otros países, incluyendo algunos de los participantes, se dan violaciones flagrantes y diarias a los derechos humanos.

En octubre de ese mismo año y ante las resoluciones anti-israelíes por parte de la Unesco desligando cualquier vínculo de los judíos con los lugares sagrados en Jerusalén, Hebrón y otros territorios, Estados Unidos anunció su salida de dicho organismo, algo que se haría efectivo a partir de diciembre de 2018, e incluiría un recorte en las aportaciones que ese país les realiza, lo que puede afectar profundamente el funcionamiento actual de la institución.

En diciembre, también de 2017, Donald Trump anunció que reconoce públicamente a Jerusalén como capital del Estado de Israel e incentiva que se lleve el proceso necesario para mover la embajada desde donde está actualmente hasta la ciudad sagrada. Esto como parte de una ley firmada por el presidente Bill Clinton en 1995, extendida su ratificación por varios gobiernos posteriores y confirmados en este.

Finalmente, durante enero de 2018, el presidente Trump decidió recortar los fondos proporcionados a la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés), reteniendo la mitad de los recursos que regularmente les envía para sus gestiones, con el argumento de que no ven garantías reales por parte de los palestinos al proceso de paz, y además como castigo ante la reacción del presidente Mazen por la decisión del Gobierno estadounidense de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.

Estas acciones comenzaron paulatinamente a socavar los ánimos del Presidente palestino, lo cual le llevó a dejar de lado su pose de moderado y mostrar su verdadero rostro de intransigente. Al Gobierno de Trump le señaló su posición a favor de Israel, lo desacreditó como intermediario en el conflicto y repudia cualquier propuesta que pudiera salir del Gobierno estadounidense. De hecho, confirmó que días atrás les habrían ofrecido Abu Dis, al este de Jerusalén, como capital palestina, lo cual habría rechazado (esto es parte de un plan saudita en realidad). También dio por sepultados los Acuerdos de Oslo, rechazó el reconocimiento de Israel y empezó a lanzar una serie de afirmaciones con graves faltas a la historia.

Por ejemplo, Mazen negó cualquier vínculo del judaísmo con la tierra de Israel, afirmó que los palestinos son descendientes de los cananeos, los «verdaderos fundadores de Jerusalén» e hizo gala de su ya reconocida posición antisemita negando la Shoá y argumentando que, durante el Gobierno de Hitler, los nazis y los sionistas tenían un acuerdo de cooperación conjunta, algo que ya había dejado plasmado en una tesis escrita varios años atrás.

Sin duda los cambios que se están dando afectan directamente el Gobierno de Abbas, principalmente los beneficios que ha adquirido con el paso de los años desde que se aferró a su puesto vitalicio como presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Pero sus últimas declaraciones podrían acelerar el proceso de salida de su gestión, ya que por su propia boca pone piedras sobre la tumba de un gobierno que ha perdido legitimidad interna, que contaba con cierto apoyo a nivel de la comunidad internacional y que ahora le pone en una contrarreloj ante los agigantados pasos de la ruptura del orden conocido por los palestinos. Ni que decir que hasta ahora las acciones unilaterales por parte de Mazen no habían recibido una respuesta adecuada, sino solamente paños tibios para contenerlo.

Que la ANP desconozca los Acuerdos de Oslo y a Israel son actos que sin duda pueden ser considerados retrocesos, en especial porque la legitimidad del Gobierno palestino y sus acciones en los territorios se establecen en dichos acuerdos. Al rechazarlos, lanzan a la basura los contados avances que han podido lograr en materia de negociaciones.

Con los recortes de presupuesto y el cambio de discurso hacia posiciones de alta intransigencia, el presidente Mazen acelera su caída política de manera estrepitosa. El derroche de dinero que hacía con fondos provenientes de ayuda humanitaria se le está acabando, la corrupción con fondos destinados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos palestinos se está terminando, al menos para Abbas, quien, dicho sea de paso, entre él y el desaparecido Yasser Arafat lograron desfalcar al menos 31 mil millones de pesos, como lo revelaría el Instituto para la Justicia de Jerusalén.

A lo mencionado anteriormente se deben sumar las presiones a nivel internacional que vienen desde varios frentes contra Abbas, por ejemplo, el 24 de diciembre anterior el diario turco Daily Sabah señalaba que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman, amenazaba a Mazen con derrocarlo si no aceptaba sus condiciones y en su lugar colocaría a un nuevo líder, haciendo sonar con fuerza nuevamente en las filas palestinas el nombre de Mohammed Dahlan (Abu Fadi), promovido principalmente desde los campos de refugiados en el sur del Líbano.

En el aspecto político, la realidad del Medio Oriente cambia los paradigmas bélicos y disminuye las tensiones entre árabes e israelíes, quienes están fuertemente preocupados por el crecimiento de la influencia iraní en la región. A esto se debe sumar dos factores que se encargan de impulsar el cambio paradigmático, la diversificación energética en la región producto de la escasez de hidrocarburos que han sido por años un cheque en blanco para la forma de establecer políticas exteriores sumamente intolerantes de algunos países en Medio Oriente, presionando a países importadores. Y también la necesidad de echar mano a las innovaciones israelíes en materia de agua y agricultura en terrenos complejos, lo que ven necesario para tener seguridad alimentaria, ambos aspectos explicados a profundidad por varios analistas, entre estos el argentino-israelí Gabriel Ben Tasgal.

Se puede incluir un elemento adicional, querer disminuir el impacto del fenómeno del integrismo búmeran. Al tener tantos años como los principales sponsors del terrorismo en varias regiones del mundo, lejos de sus propios países, han procurado utilizar la ideología radical como un elemento de adhesión entre algunos personajes conservadores e integristas. Cuando toman la decisión de ir hacia un esquema más integrador y globalizado, este integrismo que ahora buscan combatir se les vuelve en contra, y en esta nueva realidad ven la necesidad de buscar apoyos para contener los embates del terrorismo a través de sus nuevos aliados.

Como se puede notar, hay una serie de factores y temas en el mundo árabe en general que requieren atención inmediata. Por esto, las decisiones de Estados Unidos y la respuesta tibia de los países en Oriente Medio ante la causa palestina no son de extrañar. Es imperativo buscar una solución, aunque sea momentánea al conflicto palestino-israelí considerado desgastante, en cuanto a recursos y agendas de política exterior.

Aprovechándose de esta situación, los gobiernos de Estados Unidos e Israel comparten una agenda en común, con cierta complicidad entre gobiernos árabes. Es evidente que le han puesto fecha de caducidad al reinado de Abbas, quien se ve aislado, desgastado y con poca capacidad para mantener no solo su Gobierno, sino el discurso de intransigencia en un momento en que la realidad lo coloca entre la espada y la pared. Quien venga deberá ajustarse a este nuevo esquema de necesidades regionales y no únicamente a una agenda local.

Fuente: INFOBAE

Ahed Tamimi y el marketing de la resistencia

La joven palestina Ahed Tamimi se encuentra detenida en una cárcel militar israelí desde el 19 de diciembre anterior, lo mismo que su mamá, Nariman Tamimi. Pero Ahed en particular se ha transformado en un nuevo ícono de la denominada «resistencia palestina» y han intentado mostrarla ante la opinión pública internacional como una inocente niña prisionera del malvado ente sionista ocupante. Sin embargo, una serie de inconsistencias revelan que este emblema palestino es solamente una creación más del marketing propagandístico que durante años golpea a Israel desde las plataformas noticiosas y hoy desde las redes sociales.

Se debe comenzar explicando que la joven de la emblemática familia Tamimi inició desde muy pequeña sus labores a favor de la «resistencia», con una serie de videos donde se le veía provocando a los soldados israelíes cada viernes que se daban manifestaciones por parte de los palestinos de su pueblo en Nabi Saleh, al noreste de Ramallah, contra los militares, en protesta por el establecimiento del asentamiento judío de Halamish, en los montes de Benjamín, dentro de los territorios de Judea y Samaria (Cisjordania), lo que incluía fuertes disputas sobre el pozo de agua comunitario. Basta con buscar algunas de sus apariciones en YouTube para comprender el uso indiscriminado de niños y mujeres en las protestas palestinas, incluyendo a Tamimi, sazonados con el desproporcionado número de camarógrafos y corresponsales de prensa listos para filmar cualquier amago de violencia que se pueda manifestar.

En varios de los videos en que aparece Ahed se nota cómo espera hasta que haya cámaras cerca para hacer su espectáculo, con gritos, puños arriba, empujones contra soldados y demás. Este tipo de acciones son lo que en ese momento, siendo una pequeña niña de 10 u 11 años, le valió el sobrenombre de Shirley Temper palestina, por sus dotes como actriz en zona de conflicto. En el año 2012, en un video donde se ve a miembros de la familia Tamimi evitando la detención de Mohammed Tamimi, acusado de lanzar piedras contra soldados, aparece la niña Ahed Tamimi mordiendo la mano de un soldado. Esto le valdría el premio del Gobierno turco con el galardón Handala Courage Award de manos del en su momento ministro Recep Tayyip Erdogan.

Sin embargo, vale destacar que también en reiteradas ocasiones optan por fabricar noticias, sin la presencia real de militares israelíes o utilizando actores vestidos como soldados. Utilizarán las filmaciones para crear lo que actualmente se conoce como fake news, lo que, para efectos de un conflicto mediático como este, es indiferente, y serán ofrecidas las escenas como reales. A esto se le ha dado desde hace años el apodo de «Pallywood», que son actuaciones sobre el conflicto y supuestos enfrentamientos con la finalidad de marcar a la opinión pública contra el Estado de Israel.

En ambos casos citados, la familia Tamimi es importante en la producción de esta clase de material muy apetecido tanto por medios de comunicación a nivel local como internacional. También en algunos casos por organismos no gubernamentales criticados por su participación en la difamación contra Israel, por ejemplo B’Tselem y Shalom Ajshav (‘paz ahora’), ambos encargados de señalar las acciones del Estado de Israel contra los palestinos en los territorios en disputa, principalmente en cuanto a violación de los derechos humanos, aunque en varias oportunidades se los ha visto siendo parte de las plataformas de propaganda anti-israelí, lo que deslegitima su labor.

Es necesario también hacer una referencia respecto al clan Tamimi. Algunos de sus miembros están involucrados en actos ilegales como asesinatos y terrorismo, como bien lo especificaría en un artículo la escritora Caroline Glick. Dos de sus primos, Said y Nizar Tamimi, fueron acusados por el asesinato del ciudadano Chaim Mizrahi, del pueblo de Beit El, en el año 1993. Por su parte, Ahlam Tamimi, tía de Ahed, planeó la masacre en una pizzería de Jerusalén, en el año 2001, con un saldo de 15 muertos y al menos 130 heridos. Bassem, padre de Ahed, ha estado involucrado en varios procesos penales por incitación a la violencia, y también ha sido criticado por hacer declaraciones polémicas, como en el año 2015, cuando propagaba el libelo de que los israelíes asesinaban niños palestinos para robarles sus órganos, denuncia puesta en su momento por la Liga Anti Difamación.

Los íconos de la resistencia palestina tienen particulares componentes que marcan la opinión pública internacional, principalmente para Occidente, ya que llevan consigo la marca de tratarse de poblaciones sensibles, por lo tanto, tocan fibras delicadas.

Por ejemplo, durante la Segunda Intifada se transformó en icónico aquel niño que se ve lanzando piedras contra un tanque, lo cual daba señal de tratarse de un conflicto desproporcionado, lo que generaría que algunos analistas declararan en su momento: «Eso no era una guerra, sino un genocidio»; expresión que aún hoy se escucha con regularidad entre algunos analistas del conflicto y académicos, además de los que son históricamente críticos con Israel por diferencias ideológicas o políticas.

Del mismo modo, durante esa Intifada el niño Mohammed Al Durrah, de 12 años, se transformó en un emblema y su imagen circuló por el mundo, luego de que Talal Abu Rahma, camarógrafo palestino que servía como corresponsal de la cadena France 2, lograra grabar el momento en que él y su padre, Jamal Al Durrah, quedaron en medio de un fuego cruzado entre israelíes y palestinos. Cuando, de un momento a otro, el niño Mohammed aparece en una escena muerto por supuestos disparos de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), el propio Estado de Israel aceptó inicialmente la autoría de la muerte dadas las tensiones, pero, entre los años 2004 y 2007, al realizar análisis minuciosos, se negó la responsabilidad.

En ambos casos son niños los íconos de la «resistencia», ya sea por tratarse de luchadores o mártires. Para el inconsciente moral occidental, la imagen de menores de edad en conflictos armados cala profundo en la opinión pública. Esto ocurrió durante el 2014 con los cuatro niños palestinos muertos por fuego israelí en una playa de Gaza durante la operación Margen Protector o, por el contrario, cuando, en el 2013, un bebé llamado Omar Misharawi murió producto de un cohete de Hamas que cayó en su casa, y fue presentado como una víctima de fuego israelí, en varios medios, incluida la cadena BBC, que vendió la idea de que habían sido los israelíes los responsables. Por lo que posteriormente dio pie a que el abogado Alan Dershowitz denominara esta estrategia como la del bebé muerto, que sirve de propaganda y si bien el concepto se resume en política respecto a la muerte, lo cierto es que un niño soldado es un luchador de la guerra desigual, mientras que uno muerto será un mártir.

En el martirio se encuentra la otra forma de vender propaganda contra Israel. Para esto, dos casos importantes de una larga lista que llevaría a recorrer las empapeladas calles de Cisjordania o Gaza pueden servir de ejemplo. El primero fue el asesinato, en 2004, por parte del ejército de Israel, contra Ahmed Yassin, líder espiritual del Hamas, quien por su condición física, inválido desde los 12 años, tetrapléjico y casi ciego, generó fuertes críticas por el asesinato selectivo del cual fue víctima en marzo de 2004. Sin embargo, lo que poco se menciona o se omite es que varios atentados por parte del Hamas fueron ordenados directamente por este líder del ala palestina de los Hermanos Musulmanes, nombre con el que se dio a conocer el grupo islamista en 1987.

El segundo caso es el de Ibrahim Abu Thuraya, de 29 años, hombre que había perdido sus piernas durante el conflicto del año 2008 en una intromisión cerca de la frontera con Israel. El 15 de diciembre murió de un supuesto disparo en la cabeza por parte del Ejército israelí durante un «día de ira palestina» por la decisión del presidente Donald Trump de declarar a Jerusalén como la capital de Israel. Su caso en cierto modo se asemeja al de Mohammed Al Durrah, donde se duda de la versión por parte de las autoridades en la Franja de Gaza, en especial porque el hombre fue enterrado sin que se permitiera realizar una autopsia que garantizara que su deceso se debió a fuego israelí.

En las dos circunstancias, la imagen de indefensión se vende en igualdad de condiciones. Sin embargo, las actividades que ambos realizaban por la «resistencia» eran muy distintas entre sí. El primero era un prominente terrorista con antecedentes por asesinato contra israelíes y hasta contra palestinos acusados de colaborar con la «ocupación», mientras el segundo era un activista utilizado como carne de cañón durante las manifestaciones palestinas en Gaza contra Israel, donde no necesariamente se trata de actos pacíficos, sino que en muchas oportunidades hay enfrentamientos que terminan con disparos.

La misma Caroline Glick manifestaría un aspecto esencial en este tema: «Hay dos componentes de la guerra palestina para aniquilar a Israel: el terrorismo y la propaganda. Los dos están vinculados integralmente». Ella puntualmente los asocia con el caso Tamimi, sin embargo es una circunstancia reincidente. En el caso particular del clan de Nabi Saleh se trata de los actores de turno, pero es cíclico que la explotación de la propaganda por parte de los palestinos le pone rostro a esta estrategia de mercado bautizada como «resistencia» y que solamente se suma a la política de preservar el conflicto lo más alejado de una solución real, que les asegure victorias palestinas y duras derrotas a los israelíes en el campo de la opinión pública.

Fuente: INFOBAE