Maradona, el mito, el hombre y la bestia…

Tuvo sus facetas como muchos, vino de una familia humilde e hizo del fútbol su forma de sacarlos adelante, fue un mago del balón, pero también tuvo importantes yerros que no se pueden pasar de lejos jamás. Un adicto empedernido, violento, misógino, y un largo y negro etcétera que tendríamos que ser muy ciegos para obviarlo u omitirlo.


Será cierto eso que todos tenemos oscuros secretos que el hecho de no ser famosos no levantan la suspicacia ni la lapidaria condena de la opinión pública, pero definitivamente que el historial de Maradona no da para resaltar solamente los atributos que como futbolista en algún momento tuvo, yo tuve el «privilegio» de ver la figura que fue en la cancha, pero otros tuvieron el desagrado de conocer al oscuro ser que vino junto con sus adicciones y egos.


Dio alegrías a unos y horrores a otros, políticamente tuvo sus turbias afiliaciones y declaraciones en ocasiones nada agradables.


Para algunos seguía siendo el mito, un analista y referente del fútbol mundial, una especie de dios. Para otros su profana imagen le sacó del Olimpo (robándome algunas frases de Galeano sobre Maradonna) y pasó a ser un fantoche que se había transformado en un payaso para entretener el morbo de una parte de la opinión pública que seguía con detalle cada una de sus salidas y arrebatos.


Hoy se puede decir que todos se fueron juntos, murió la leyenda futbolista, el mito, pero también murió el monstruo, sucumbió el hombre y fue adormecida para siempre la bestia.


Su recuerdo no pasará desapercibido, de él se hablará por mucho tiempo más, y para quienes sufrieron por la «mano de dios», al menos se retribuye un poco de justicia ante la muerte; ese juez implacable del que ninguno de nosotros escapa.

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