La Europa «Occidentalizada» vive bajo la sombra de un pasado atroz cargado de persecuciones, de odio y de políticas contra minorías de forma terrible, que conllevaron segregaciones, discriminaciones y masacres imborrables para la memoria histórica.
La política de los fascistas y de los nazis hirieron la historia europea y costó levantar nuevamente la moral de un continente que ante los actos de barbarie perpetrados por los seguidores de ·»Il Duce» italiano y «Der Führer» alemán, pareciera hoy que no aprenden las lecciones sobre la convivencia, el trato a las minorías y la contención de grupos que promueven sus versiones bizarras de odio.
Primero que nada se ha visto un incremento de confianza de los ciudadanos a los partidos con posiciones de «extrema derecha», como lo expresa el artículo del diario «El Mundo» de España del 21 de setiembre de 2010 «La extrema derecha se hace hueco en Europa», y se explica como se incrementa la cuota de poder otorgada a estos partidos que tienen fuertes políticas anti migratorias (disimulando de alguna forma los tintes racistas), pretendiendo culpar de las crisis económicas y sociales a las minorías que provienen de otros territorios o que han «echado raíces» en dichas naciones. Algunos ejemplos de esto Suecia, Hungría, Noruega, Francia, España, los Países Bajos, Italia, Alemania, Francia y la lista continúa.
Y esto con respecto a las altas élites de la política europea, no mencionando a los «soldados rasos» de las agrupaciones neo nazis o racistas que se agarran de los discursos patrioteros, chauvinistas y pseudo nacionalistas para agredir a estas minorías. Basta con escuchar discursos como el de Wilders contra los musulmanes, o de la ultra derecha francesa como el clan «Le Pen» para comprender de dónde se inspiran sujetos como el noruego Anders Behring Breivik para cometer sus delitos; en el caso de Breivik trascendental por la cantidad de muertos, pero son constantes las noticias de ataques contra gitanos, musulmanes, judíos y latinoamericanos en Europa, así como minorías sexuales.
Es acá donde Europa ha cometido otro error. Algunos países en su afán de «mejorar» su imagen, han permitido el ingreso de considerables cantidades de inmigrantes, muchos provenientes de países musulmanes en el donde se aplica como norma moral la «Sharia» islámica. Esto causa que dentro de los países europeos se desarrolle un mundo paralelo donde parte de su población se rija bajo otros preceptos legales aunque sea de manera clandestina y cometa actos contrarios a la propia legislación del territorio donde se encuentran desarrollándose.
Ejemplo de lo anterior asesinatos de “honor” cometidos por hombres musulmanes contra mujeres de sus propias familias por considerarlas muy “occidentalizadas” e “inmorales”. La aceptación de este tipo de acciones ha llevado a que en Inglaterra por ejemplo se haya solicitado que se pueda permitir la aplicación de la “Sharia” como una ley paralela aplicada a los musulmanes del territorio Británico. Esto ha causado revuelo obviamente por lo que conllevaría acceder a este tipo de “permisos”.
El desarrollo de los musulmanes en las tierras europeas les ha permitido encontrarse con un mundo abierto que les deja establecer y practicar su religión con libertad, al mismo tiempo que construir templos, minaretes y acercar nuevos adeptos a la fe de Mahoma por parecerles “exótica”.
Pero la otra cara de la moneda es cuando choca el mundo de los musulmanes con el mundo de la derecha fascista visceral europea, y esto provoca que se quieran promover leyes que impidan la práctica del Islam con libertad, el uso de signos externos religiosos, la construcción de mezquitas o minaretes. A esto hay que sumarle la profanación de lugares de culto islámicos, profanación de cementerios o agresiones contra musulmanes.
Y es en lo anterior que las agrupaciones más extremas del Islam entran al juego político. Los líderes religiosos que promueven el islamismo como un movimiento proselitista y expansivo basado en el argumento de someter la “Casa de la Guerra” (países no musulmanes) a la ley islámica a través de la violencia encuentran el nido donde colocar sus huevos de odio. Es la reacción ante los hechos discriminatorios de los “chauvinistas” europeos, lo que impulsa a un sin número de musulmanes en el “Viejo Continente” a engrosar las filas de los grupos que buscan poner a Europa de rodillas ante su versión extrema del Islam.
Hace unos días fue detenido el islamista jordano Abu Qatada, considerado el “Bin Laden” de Europa, y que se cree tiene fuertes vínculos con la red terrorista “Al Qaeda” y ha intentado cometer actos de terror contra objetivos estadounidenses, así como de buscar nuevos adeptos para su “guerra santa”.
En Alemania, los islamistas han comenzado una campaña para distribuir 25 millones de copias del Corán por todo el país procurando de este modo expandir su religión. Liderados por un salafista palestino ha comenzado a ser investigado por los videos de sus predicas llamando a la violencia contra los no musulmanes, la instauración de la Sharia islámica y expandiendo la idea que quienes siguen la «Biblia» o la «Torá» arderán en el fuego del infierno.
Estas dos posiciones de odio que aumentan la lista de adeptos ya sea de los pensamientos “nacionalistas” anti migratorios o de los musulmanes islamistas lo que ha llevado a Europa a vivir una nueva guerra de dimensiones inimaginables. Están viviendo una nueva Cruzada, en donde las posiciones moderadas se van quedando rezagadas y el espíritu de las ideas extremas condenan al continente a generar alianzas políticas para intentar mantener un equilibrio político y religioso tradicional.
Vemos entonces como países de larga data democrática como Francia debe echar mano de alianzas con partidos de Ultra Derecha por su discurso de conservar la esencia de un país con valores “cristianos” presentes. Y para mantener la estabilidad del país, intentar minimizar el impacto de las exposiciones incendiarias contra los musulmanes para evitar crisis y choques con estas poblaciones fuertemente persuadidas a enfrentar con la cabeza en alto la sagrada lucha por su religión; la única y verdadera.
El panorama en Europa es turbio, no hay agrupaciones que intenten promover un equilibrio, y los extremos están en una puja de matices violentos. Esto es una bomba de tiempo, ya han estallado algunas pequeñas escaramuzas en algunos países, pero esto pareciera estar destinado a desatar un conflicto de proporciones mayores y con resultados terribles, ante un continente cuya preocupación principal es la de ser la “Metrópoli económica” del mundo y no revivir una vez más el pasado de la guerra y de la devastación que vivió en los conflictos mundiales.
Deberán a caso los europeos aprender a vivir con esta fragilidad, viéndose como la aleación del hierro y el barro, siendo fuertes en la economía pero inestables en la política. Lo cierto del caso es que Europa una vez más demuestra que del pasado, no ha aprendido lo suficiente.