LA PRIMAVERA COSTARRICENSE

huelga

Cuando leo o escucho al candidato presidencial del Frente Amplio, José María Villalta hacer sus planteamientos para un eventual gobierno a partir del año 2014, no dejo de pensar en las revoluciones en Oriente Medio, denominadas “Primaveras Árabes”, esto porque el Señor Villalta llama a hacer un cambio radical en la forma de hacer política en Costa Rica, indica que la propia política de los de siempre, han empujado a este país hacia la izquierda política, desde donde se le debe dar un golpe de timón a la manera de dirigir este país.

 

Si se analizan los resultados de la denominada Primavera Árabe, en vez de alegrarnos los cambios que estas trajeron, debería de preocuparnos, porque en muchos casos se pasó de dictaduras “laicas” a dictaduras religiosas o gobiernos dirigidos por otros extremistas. Si el golpe de timón que propone el candidato Villalta, pasará a Costa Rica de las supuestas tendencias neoliberales, a uno de auto aislamiento comercial, la medicina estará siendo peor que cualquier supuesto síntoma de enfermedad que el país esté sufriendo.

 

Y es que el modelo “Villaltista” es a todas luces Estatista, proteccionista, de blindaje al aparato público, en otras palabras, ampliar el modelo burocrático actual, convertir a muchos en empleados, desestimar ser empresarios, y también propone relanzar la producción nacional, sin pensar siquiera en los costos productivos que esto pueda generar tanto para el productor como para el Estado como tal, y como este planteamiento hay otros que carecen de profundidad para desarrollarse con exactitud y eficacia. Sumado a lo anterior, se debe decir que el Frente Amplio posee 129 propuestas para un eventual gobierno de las cuales solo el 17% de las mismas indica de qué manera las va a efectuar, en contraste a las 743 propuestas del Partido Acción de las cuales explican el 71% de las formas cómo realizarán lo prometido, y las 527 propuestas del Movimiento Libertario con un 30% de línea de acción, como los dos partidos con más “¿Qué haremos?” y “¿Cómo lo haremos?” (Según el diario La Nación del 22 de noviembre de 2013), estando en este caso el partido de Villalta en el último lugar de realidad política en sus propuestas.

 

La propuesta del candidato del Frente Amplio es ideológica, su empuje no está basado en lo qué pueda hacer por el país, sino en una idea “revolucionaria”, sacar del juego a lo que han denominado “los de siempre” y donde están tanto los gestores del bipartidismo nacional; el PUSC y el PLN, sino también los otros partidos de la contra que vinieron posteriormente, como el Movimiento Libertario, el Partido Acción Ciudadana, así como partidos representantes de minorías que solamente han llegado para convertirse en aliados de bloques partidistas en la Asamblea Legislativa. Por lo tanto, el Frente Amplio, viene a marcar un quiebre mesiánico a la política costarricense, para dejar por fuera a todos esos partidos que le han causado “daños a Costa Rica”, principalmente el PLN que lleva 8 años en la gestión pública, con un gobierno de Laura Chinchilla a la que le han explotado en la cara las malas prácticas de los gobiernos desde la época de los 80’s, donde la crítica social ha sido el “pan nuestro de cada día”, y por ese motivo las protestas populares se han convertido en parte del “folclore nacional”.

 

La revolución “Villaltista” es socialista, pero ojo, no nos confundamos ni creamos que todo el socialismo es igual. No se puede comparar el socialismo chino, con el socialismo «caribeño» (latinoamericano) ni mucho menos con el socialismo nórdico, son sistemas totalmente diferentes. El modelo que defiende el Señor José María Villalta es el Latinoamericano; él mismo defiende el «latinoamericanismo», al mejor estilo de Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Cuba y Ecuador; además del modelo «K» de Argentina.

 

Por lo tanto, si el señor Villalta cree en ese modelo, debemos ver hacia los países que tienen algo similar para poder sacar cuentas de lo que nos esperaría en un eventual gobierno suyo. Venezuela; es un país con los más altos índices inflacionarios de la región, hace tres días INFOBAE informaba que en dicho país se acaban las reservas monetarias y han tenido que recurrir a pedirle dólares a Wall Street; es decir al Imperio. También en este país las empresas privadas y el capital de inversión extranjera, han huido de dicho país, así como una gran fuga de profesionales, ni qué hablar de la persecución contra los empresarios, acusándolos de ser “burgueses”. Venezuela también vive elevados índices de pobreza, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, en un porcentaje desfavorable de 29,5%, de altos índices de criminalidad y con un país fragmentado política y socialmente.

 

Otro ejemplo de un país que aplica el modelo “Latinoamericanista” que Villalta predica es Nicaragua, donde su presidente Daniel Ortega ha convencido a los legisladores de su país a que le otorguen la posibilidad de realizar una reelección perpetua a su gestión, encendiendo todas las luces de alerta en las posibilidades del establecimiento de una “dictadura sandinista”, que ya de por sí cuenta con un remozado aparato militar que podría aplastar fácilmente cualquier noción de protesta social.

 

Con lo expresado anteriormente, no quiero generar un nuevo “memorando del miedo”, sino que analicemos debidamente si el diputado – candidato José María Villalta con su propuesta ideológica es lo que realmente está necesitando Costa Rica para poder levantarse del letargo en que ha caído durante muchos años (con algunos intentos leves de avance) o si por el contrario, el “Villaltismo” podría ser un problema mayor en la búsqueda de la equidad nacional, y sumergirnos en una crisis y división política, económica y social tan profundas como las que han vivido durante décadas los países vecinos.

 

El candidato Villalta atrae al voto joven, que cuando comenzó la gestión del PLN en el país en el año 2006, estaban en un momento de salida de su infancia, hacia la adolescencia o que les tocó pasar de la juventud a una etapa más madura. Desde que comenzó la gestión de la presidenta Chinchilla, nos han vendido la idea de no promover más el continuismo liberacionista y que ya es hora de desterrar el “neoliberalismo” de este partido y sus secuaces. Se ha vendido la historia de cambiar al país, y que se necesita un líder caudillo que nos “libere” de la opresión y nos lleve a la tierra prometida de una patria más “igualitaria”. Aunque para algunos protectores de la izquierda, el candidato Villalta es un “burgués” cobijado bajo el estandarte de la izquierda, muy alejado de los principios de su predecesor José Merino del Río o del fundador de Vanguardia Popular, Manuel Mora Valverde.

 

Pero esto que nos han proclamado no es más que un canto de sirena, que al igual que a los navegantes los llevaba a los despeñaderos, nos puede llevar a una crisis de inimaginables proporciones, un candidato sin propuestas claras, que ha optado por el populismo de su discurso, no está más alejado que los líderes religiosos de las “Primaveras Árabes” que proclaman que es hora de cambiar de sistema, para implantar uno más rígido, menos versátil y menos liberador, por cuanto ahora todos deben guiarse bajo un guión de pensamiento “igualitario” y quien se atreva a salirse de ese esquema, será señalado, aislado y arrancado de raíz del nuevo sistema implantado.

 

No se trata de que nos asustemos simplemente, sino que aprendamos a experimentar por cabezas ajenas, en la experiencia de otros países donde aparecen este tipo de “caudillos” y propuestas políticas similares, como esta que nos presenta hoy el Frente Amplio; aunque carente de líneas de acción. Analicemos si es este tipo de soluciones las que necesitamos para ponerle punto final al continuismo o si por el contrario, estamos obligándonos a aceptar por bueno, una solución que nos hará retroceder a vivir tras una cortina de hierro innecesariamente.